viernes, 26 de abril de 2013

Aventuras de un muerto

No podré deciros con certidumbre cuánto tiempo permanecí sumergido en aquel mar de silencio y tinieblas; sólo se que de repente el espacio se iluminó para mi con vívisimos fulgores, y empecé á percibir extrañas armonías, tan dulces como el recuerdo de las horas felices. Aun cuando no podía verme á mi mismo, veía ya cuanto me rodeaba. ¿que era yo? ¿donde estaba? ¿como vivía  hallabame encerrado en un forma concreta, recogido en un punto dado del espacio, o esparcido como el aire de la atmósfera? .  Pronto el grandioso espectáculo que se ofreció a mi vista inmaterial, me hizo comprender que me hallaba entre las almas de los que han sido, y libre de la cárcel de arcilla donde había estado cautivo durante mi breve pero dolorosa peregrinación por el mundo.

- ¿Y que viste entonces?

- ¿Qué vi entonces? !AH¡ vi lo que la mente es apenas capaz de concebir; un mundo etéreo poblado de espíritus dotados de lucida transparencia, que vagaban por la bóveda infinita envueltos en el manto de las nubes, en la bruma del mar y en la neblina de las horas crepusculares. Mi alma estaba embebecida en la contemplación de este inmenso numero de espíritus  tan inmenso como el de las criaturas que de generación de generación han cruzado la tierra; allí estaban las doncellas que habían muerto sin recibir el ósculo del amor, puras y brillantes como la llama que circunda el trono del Eterno; allí los mártires  dolientes todavía como un gemido; allí los venturosos, allí los desgraciados.

!Desventurados de aquellos que no creen¡ Mil veces desventurados los que en el soplo del aura que juega con sus cabellos, en el primer rayo de sol que entrara a despertarlos en su lecho, en las blandas melodías que hieren de improviso sus oídos y en los presentimientos de su corazón  nada ven, ni oyen, ni entienden; porque en el murmullo del aura, y en el rayo del sol, y en los indecisos rumores de la naturaleza, se les acercan y hablan los espíritus emancipados de la vida terrena, los seres amaron, la humanidad que ha muerto! ¿ Quien no ha creído percibir alguna vez en sus noches de insomnio algo parecido a un rápido giro de sombras que pasan, de besos que estallan, de suspiros que se pierden en el silencio y de místicas voces que parecen descender de la alto o venir de muy lejos? No; la existencia no acaba en la lobreguez de la fosa; hay un allá mas consolador, una esfera ultramundana desde la cual los que han sido velan por los que son, tranquilizándolos en sus aflicciones, enjugando sus lagrimas y cicatrizando sus heridas con el celeste bálsamo del olvido. No lloréis los que hayáis perdido a vuestra madre, a vuestra amante o a un amigo, por que durante las noches sus apacibles almas vendrán a halagaros en forma de sueño; porque la sombra que pasa, el suspiro que os conmueve y la voz que adormece, son suyos, son recuerdos que os consagran, son sus palabras, son sus caricias.


Gaspar Nuñez De Arce,  fragmento de "Aventuras de un Muerto" 1857   

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