domingo, 26 de mayo de 2013

La Memoria

Tengo que acordarme de todos,
recoger las briznas, los hilos
del acontecer harapiento
y metro a metro las moradas,
los largos caminos del tren,
la superficie del dolor.

Si se me extravía un rosal 
y confundo noche con liebre
o bien se me desmorono 
todo un muro de la memoria:
tengo que hacer de nuevo el aire,
el vapor, la tierra, las hoja,
el pelo y también los ladrillos,
las espinas que me clavaron,
la velocidad de la fuga.

Tengan piedad para el poeta.

Siempre olvide con avidez
y en aquellas manos que tuve
solo cabían inasibles
cosas que no se tocaban,
que se podían comparar 
solo cuando ya no existían.

Era el humo como un aroma,
en el aroma como el humo,
la piel de un cuerpo que dormía
y que despertó con mis besos,
pero no me pidan la fecha
ni el nombre de lo que soñé,
ni puedo medir el camino
que tal vez no tiene país
o aquella verdad que cambio
que tal vez se apago de día 
y fue luego luz errante
como en la noche una luciérnaga.

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